Introducción

En la era digital, los porfolios profesionales se han convertido en una herramienta esencial para la formación continua de los docentes. Estos porfolios no solamente reflejan el crecimiento profesional, sino también la identidad digital de los educadores. La formación continua y el aprendizaje entre iguales son elementos cruciales para el éxito de la integración de nuevas tecnologías en la educación. Este caso práctico aborda la implantación de porfolios virtuales de tutoría en un centro de educación primaria y destaca la importancia de la formación continua, la identidad digital y las implicaciones de la información publicada en estos porfolios. Los docentes implementarán los porfolios trabajando en parejas para fomentar la colaboración y el aprendizaje mutuo, aprovechando la experiencia y los conocimientos compartidos para lograr una mejor comprensión y un buen uso de las herramientas digitales.

Esta manera de implementar los porfolios en una comunidad de práctica en la que los docentes más experimentados ayudan a los menos experimentados en la utilización de los porfolios digitales permite crear un entorno de aprendizaje colaborativo. Esta interacción no solo enriquece el conocimiento de los docentes noveles, sino que también permite a los más experimentados consolidar y actualizar sus propias prácticas. La colaboración y el apoyo mutuo en las comunidades de práctica fomentan un aprendizaje continuado y una mejora constante de las metodologías de enseñanza.

La historia de los porfolios profesionales se remonta a varios siglos atrás, cuando los artesanos utilizaban porfolios físicos para mostrar sus trabajos a posibles clientes y patrones. Con el tiempo, esta práctica se extendió a otras profesiones creativas, como la fotografía, el diseño gráfico y la arquitectura. A finales del siglo xx, con el avance de las tecnologías digitales, los porfolios empezaron a digitalizarse y permitieron más flexibilidad en la presentación y distribución de las obras. La transición hacia los porfolios digitales supuso una revolución en la manera en la que los profesionales podían documentar, organizar y compartir su trabajo.

En el ámbito educativo, los porfolios digitales comenzaron a ganar popularidad a partir de la década del 2000, coincidiendo con el aumento del uso de internet y las tecnologías de la información en las escuelas. Estos porfolios se convirtieron en una herramienta valiosa para los docentes para documentar el desarrollo profesional, reflexionar sobre las prácticas de enseñanza y compartir recursos con colegas. Los porfolios digitales permiten a los docentes crear un registro continuo de su aprendizaje y logros, y ofrecen una visión más dinámica e interactiva de su crecimiento profesional. Además, estos porfolios facilitan la acreditación de competencias y la presentación de pruebas de aprendizaje en procesos de evaluación (Fiedler et al., 2021).

Los porfolios digitales también han transformado significativamente el aprendizaje entre iguales. La capacidad de compartir fácilmente trabajos y recursos digitales ha fomentado una colaboración más estrecha entre docentes, así como el intercambio de buenas prácticas y materiales educativos. Los entornos digitales de porfolios han facilitado la creación de comunidades de aprendizaje profesional en las que los educadores pueden interactuar, proporcionar retorno (feedback) y aprender los unos de los otros en tiempo real. Esta colaboración ha mejorado la calidad de la enseñanza y ha promovido una cultura de formación continua, en la que los docentes pueden adaptarse rápidamente a los nuevos desafíos educativos y tecnológicos.