La campaña de donación de sangre en la que participan los niños y niñas de quinto es un proyecto que da visibilidad a la escuela. Los días previos a la donación, los niños salen en varias ocasiones para explicar la propuesta y se dejan ver por el barrio. Para ellos es importante, ya que hacen algo fuera de la escuela y están contribuyendo a salvar vidas. Desde el año pasado, Lourdes, directora de la escuela, hace coincidir el día en el que el equipo del Banco de Sangre realiza la recogida con la fiesta fin de curso, para intentar maximizar ambas acciones. Hay muchas familias que vienen por la fiesta y así hay más posibilidades de tener donantes.
Amal y Anna también tienen muy clara la importancia de la campaña de donación de sangre. Anna ha hablado varias veces con Lourdes de la bajada de matriculaciones que acumulan progresivamente y en las reuniones de tutoras, el tema, entre ellas, ha salido varias veces. Amal, poniéndose en la peor de las situaciones, cree que a Anna se le hace una montaña imaginarse cambiar de escuela. ¡Vive a tres esquinas de la escuela! Ella, en cambio, acaba de empezar su carrera profesional y el cambio no le da ningún pesar.
Unos días antes de comenzar el proyecto de aprendizaje servicio, los niños y niñas de la clase descubrieron que Amal tenía un perfil en una red social muy popular.
Mientras pensaban en qué acciones podían hacer para promocionar la donación de sangre, alguien pensó en publicar vídeos cortos en las redes sociales. Explicarían detalles de lo que habían aprendido e invitarían a participar en la donación. ¡A los compañeros y compañeras les pareció fantástico!
Anna, consciente de la posibilidad de llegar a mucha gente y de la preocupación de la directora, también creyó que era una idea excelente. Pensó que podrían aprovechar el perfil de Amal para publicar los vídeos del alumnado, ya que ella, Anna, no tenía redes sociales digitales.
Amal y Anna, después de revisar todas las tareas que habría que hacer para organizar la donación de sangre, organizaron aleatoriamente a los niños de cada clase en parejas. Cada pareja se encargaría de alguna tarea concreta. A Mateo, el delegado, y Mireia, la gimnasta, ambos de la clase de Anna, les tocó ir juntos. Mireia estaba contenta, ¡todo el mundo quiere ir con Mateo!
Después de un rato valorando de qué tarea se harían cargo, acordaron preparar uno de los vídeos para las redes sociales. Mateo se mostraba especialmente sensible con la temática y había estado muy interesado en el tema. Durante las siguientes horas, redactaron un guion breve, lo revisaron con Anna y empezaron a ensayarlo.
Habían decidido que se pondrían ambos delante de la cámara y que irían diciendo una frase cada uno. Enseguida, Mireia, como gimnasta, ya añadió una sencilla coreografía. «¿Qué te parece si nos juntamos primero, que no se nos vea, y aparecemos de vez en cuando?». «Y luego hacemos eso y eso otro…» El lenguaje corporal de Mireia acompaña las palabras sin darse prácticamente cuenta. Mateo, a pesar de su timidez, aceptaba las propuestas. Estaban muy emocionados y concentrados en la preparación del vídeo.
Mientras en las aulas de quinto se estaban haciendo las tareas, Lourdes, la directora de la escuela, oyó el alboroto y entró en el aula de Anna, con quien tiene más confianza. Después de hablar con algunos de los niños, se acercó a Anna, que le explicó las novedades de este año.
«¡Fíjate, Lourdes, este año haremos unos vídeos para las redes sociales!», dijo mientras señalaba a Mateo y Mireia, que estaban repitiendo su interpretación. Mientras la directora felicitaba a los niños con una gran sonrisa, Anna ya estaba sacando su teléfono del cajón: «Vamos, ¿grabamos vuestro vídeo?».
Por la noche, en el grupo de mensajería instantánea autogestionado de las familias de quinto, Robert, el padre de Mireia, comparte con el resto de las familias un vídeo en el que su hija representa, sin Mateo, el texto y la coreografía que habían preparado por la mañana. Los comentarios abrumadores relacionados con el movimiento corporal de Mireia no tardan en aparecer. Robert y la familia están acostumbrados a ver a su hija haciendo ejercicios en las redes sociales. La publicación del vídeo también genera un debate entre las diferentes familias. Varios niños y niñas han explicado a sus familias que habían estado haciendo tareas para la donación de sangre y las familias lo comentan en mensajes. ¡La expectación crece!
La fiesta de fin de curso y la campaña de donación serán este viernes. El gran día está muy cerca. El lunes por la mañana, tras educación física con Ayoub, el maestro que ayuda a la directora en temas digitales y que ha acompañado al claustro para conseguir el nivel A1 de la competencia digital docente, los niños y niñas de quinto irán a repartir trípticos por las calles. Mientras los niños están con Ayoub, Amal y Anna ultiman detalles. Tienen cuatro vídeos hechos, dos de cada clase. Han decidido que publicarán uno cada día, a primera hora de la tarde, cuando los niños hacen lectura.
El primer vídeo es un éxito: dos niños de la clase de Amal hablan brevemente de los grupos sanguíneos más y menos frecuentes. No todo el mundo sabe qué hay más de trescientos tipos de sangre diferentes, pero que en Cataluña los más comunes son el A+ y el 0+, que tienen más del 36 % de la población. La intervención de los niños acaba invitando a la gente a participar en la donación, e indica la hora y el lugar para hacerlo.
Por la noche, Amal descubre que el vídeo que han publicado a las tres de la tarde ya ha acumulado el doble de interacciones que cualquier otra de sus publicaciones y que su número de seguidores ha subido. Algunos los reconocen, ¡son niños y familiares de las clases de quinto!
Enseguida, le envía una captura de pantalla por mensajería instantánea a Anna con un mensaje de sorpresa: «¿Has visto esto? ¡Mira cuántos “me gusta!”». Anna responde muy orgullosa que ya había comentado a su grupo que a partir de hoy podrían ver los vídeos en el perfil de Amal. De hecho, el viernes les hizo apuntar el nombre de usuario de Amal en la agenda. Amal continúa sorprendida por el impacto. Acto seguido, Anna le pasa la captura a la Lourdes, la directora: «¡Este año superaremos las cien donaciones!». Y añade el emoticono de un corazón.
Durante la mañana del martes, las interacciones con el primer vídeo continúan llegando. A las tres de la tarde, Amal le pide a Anna que le pase uno de los vídeos que grabó para publicarlo en su red social. Ayer Anna se había dejado el teléfono en casa a la hora de comer, y por eso comenzaron publicando el vídeo de Amal. Cuando Amal ve el vídeo, no puede evitar hacer una mueca discreta. La calidad del vídeo no es nada buena. Hay mucho ruido de fondo y casi no se entiende lo que Mateo y Mireia dicen. Como ambos niños interpretan una coreografía, Anna intentó seguir, temblorosamente, sus movimientos. Incluso se ve un poco desenfocado. Probablemente, la lente estaba sucia o entelada por el calor. Sin embargo, publica el segundo vídeo. Amal no se atreve a hacer ningún comentario a Anna. No quiere decepcionar a la compañera que le ha ayudado tanto durante el primer curso en la escuela.
El miércoles por la tarde, después de la lectura y de publicar el tercer vídeo (esta vez de Amal), maestros y niños vuelven a salir por el barrio con los trípticos en las manos. Por la calle, Amal coincide con Robert, el padre de Mireia, que de manera poco agradecida le comenta que el vídeo de su hija no se entiende muy bien y que las familias lo habían comentado en su grupo de mensajería instantánea. Ella, para no entrar en detalle y dejar en evidencia a su compañera, se excusa como puede.
El jueves a las nueve y media de la mañana, cuando Amal acostumbra a llegar a la escuela para preparar el día, Ayoub está esperándolo en la puerta: «Buenos días, Amal. Lourdes te necesita en el despacho. ¿Vamos?». Cuando abren la puerta, la directora tiene una mirada seria.
Resulta que Catalina, la madre de Mateo, le ha enviado un correo electrónico a primera hora de la mañana. Ella y su marido están muy enfadados y amenazan con denunciar a Amal y a la escuela por publicar el vídeo de Mateo. Amal se sienta, helada. Al cabo de unos minutos, Anna entra en el despacho. La noticia ya se ha esparcido.
Durante la incómoda conversación, Anna recuerda, como un jarro de agua fría, que la familia de Mateo no había firmado la autorización por los derechos de imagen en aquella entrevista a principio de curso. De repente, Ayoub establece una conexión y manifiesta que él, desde el mismo lunes, había estado publicando los vídeos del perfil de Amal en la noticia que anunciaba la fiesta fin de curso y la donación del viernes. «Quizás Catalina ha visto el vídeo allí», rumia con la boca pequeña. Durante la mañana, los niños vieron llorar a Amal en clase. Lourdes y Ayoub entraron y salieron varias veces de la clase de Anna.
El vídeo pendiente que algunas familias esperaban a las tres de la tarde ya no se publicó. Amal borró los tres vídeos de su perfil y Ayoub hizo desaparecer el código que incrustaba el contenido en la web de la escuela. Por la noche, en el grupo de mensajería instantánea, algunas familias preguntaban qué había pasado con los vídeos y comenzaron las suposiciones.
El viernes por la tarde, en la fiesta de fin de curso, había un ambiente extraño entre las familias de quinto, incluso entre algunos de los niños. Amal ya no estaba, al mediodía había empezado a tener náuseas y Anna la convenció para que se fuera. A media tarde, cuando la donación ya hacía una hora que había empezado, Mireia se acercó a su maestra para preguntar: «Anna, ¿por qué no ha venido Mateo? Por la mañana estaba…».
A pesar del esfuerzo de los niños y las maestras, no llegaron a las cien donaciones.